El viejo científico de Belfast, William Thomson, barón de Kelvin, predijo, con toda alegría, que la radio no tiene futuro, los rayos X resultarán una farsa y las máquinas voladoras más pesadas que el aire son imposibles. He ahí el terrible efecto de las palabras, su capacidad para esclavizarte: uno de los grandes padres de la física moderna, el creador de escala de temperatura Kelvin, pasa a la historia como un ciego profeta, un hombre incapaz de ver más allá. ¿Quién o qué le han llevado hasta ese lugar inmerecido? El viento de la comunicación, ese fenómeno atmosférico de las relaciones humanas irreversible, transformable e inevitable. Comunicar, comunicarse, es una pasión tempestuosa, uno de esos idilios febriles que se resumen en una frase clásica: ni contigo, ni sin ti.
Hoy, en el bautismo de fuego de este blog, habrán de medirse, con cautela pero sin miedo, las palabras que se usen. No en vano, el 2.0 no es ya un viento, es la tempestad que esparce ideas y pensamientos por toda la tierra, el heraldo que trae y lleva noticias a velocidades inimaginables. En ese torbellino de palabras hay que hacerse con sólidas armaduras que nos fortalezcan, con herramientas que permitan que nuestro mensaje se escuche entre tanto ruido. Hay que buscar una voz propia.
El hombre no inventó la palabra para que yaciera muerta en un diccionario. Ya el viejo filósofo inglés Ralph W. Emerson dejó escrita una sentencia que aún hoy, y en tiempos venideros, tiene y tendrá vigencia: el hombre no es más que la mitad de sí mismo: la otra mitad es su expresión. Expresarnos, y expresar lo que otros hombres y mujeres piensan, ese es el primer desafío de este blog.
Como gente versada en la comunicación –al menos en unas cuantas fórmulas de comunicación: hay miles…– sabemos que dos monólogos no hacen un diálogo. Sobre los pilares de esta vieja expresión, sobre la idea de que comunicándonos nos enriquecemos, se levanta esta aventura del blog. Hablar y ser escuchados, que nos hablen y escuchar. Del intercambio de ideas surge la fortaleza.
Sobre ello y sobre uno de los grandes motores de todos los tiempos: la curiosidad, un arma que vence al miedo con más facilidad que el propio valor. Ser curiosos para abrir fronteras y ver cómo es el otro mundo, el distinto al nuestro; ser curiosos para saber qué piensan los demás de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que sentimos; curiosos para conocer el futuro antes de que llegue, para ensanchar los horizontes, para innovar y ser , antes que los primeros, los mejores. Curiosos para conocer al enemigo, al rival, al adversario. Curiosos para buscar compañeros de viaje, parejas de baile, amigos de confidencias. Ser curiosos para ser mejores.
Bienvenidos al blog de Docor Comunicación. Estáis en vuestra casa.