Docor Comunicación: salud contagiosa durante 25 años

Querid@ amig@, permítenos la impertinencia: no eres nada del otro mundo… ¡Eres lo mejor de éste! Sirva la frase como guiño de gratitud, como un sentido abrazo por habernos acompañado en los 25 años de vida que este año celebra Docor Comunicación con la ilusión y la esperanza de seguir a tu lado, de haber compartido proyectos e ilusiones o de volver a reencontrarnos en el camino si es que ya no andamos juntos. Sea como sea, nuestro deseo es transmitirte el orgullo de haber trabajado contigo y de haberlo hecho siempre con el mayor de los esfuerzos, la más entregada de las voluntades y el mejor conocimiento del que disponemos.

Docor Comunicación nació como una historia de amor y una pasión curiosa. Amor de su fundador, Alvaro Ortega Altuna, hacia su padre, el pediatra José María Ortega Aguirrebeña (el nombre de DOCOR es un acrónimo: DOCtor ORtega) y pasión por la curiosidad, materia prima esencial del periodismo. De aquellos primeros días, cuando sólo éramos uno, nace su principal virtud: la independencia, el moverse siempre con los valores que lo impulsaron, más allá de las lógicas demandas de los clientes y las menos lógicas exigencias de cada tiempo que le tocó vivir.

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Docor Comunicación cumple 20 años

20 pintxos

Le escribo, por situarnos, desde un 19 de enero de 1996, veinte años atrás, y con una gran enseñanza en las manos: no hay fuerza natural ni sobrenatural que detenga la palabra. Lo intuimos entonces y lo hemos corroborado a lo largo de los 20 años de vida que ahora celebra Docor Comunicación. Comenzamos como lo hacen todos los proyectos, todos los sueños: con la convicción de ser inmortales, de nacer para siempre. Dos décadas después, ese «para siempre» nos parece un corto plazo.

Hemos cumplido -lo hemos procurado siempre- con la palabra dada. He ahí una verdad simple, materia prima esencial para la comunicación y herramienta básica con la que Docor Comunicación ha avanzado durante estos 20 años. Explicar el mundo, nuestro mundo, interpretándolo a partir de las informaciones existentes y difundiendo esa lectura a través de los quehaceres de nuestros clientes y amigos, los distintos canales y medios de comunicación. Ese fue el compromiso que nos  encadenó a la realidad en aquel invierno de 1996.

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Doc News: apuntando al corazón

Actualmente las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. He ahí la visión desmoralizante del viejo oficio de contar historias que nos dejó Gabriel García Márquez. Se diría que es casi un reto, un guante blanco que nos arrojó al rostro el hijo predilecto de  Macondo como una llamada de atención. En ese funesto diagnóstico se proyecta la imagen de un periodista robotizado, un engranaje más de una triste cadena de producción de noticias. En ese severo juicio se habla del corazón de los lectores como el corazón de la diana.

Hacia allí, hacia el corazón, apunta el nacimiento de Doc News, un medio de comunicación digital que tiene la vocación de dar  respuesta a ese desafío, que quiere llegar al epicentro del ser humano, ofreciéndole una información no ya veraz y lo más completa posible sino que va un punto más allá: viaja con la intención de hacer mejores personas, de acercar el mundo de la salud, de la salud del ser humano y de la tierra, al lenguaje de las gentes. Doc News rehúye la idea de convertirse en un tablón de anuncios y trabaja la información con la intención de  amoldarla a los gustos e intereses de la calle. Y no solo: con el secreto deseo de despertar su interés por la salud vista desde todos sus ángulos, con el ambicioso propósito de hacer de todos y cada uno de nosotros hombres y mujeres interesados y comprometidos con la vigilancia de la salud. Del ser humano y de la tierra.

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Esas barritas energéticas…

Solo hay un modo seguro de dar una vez en el clavo, y es dar ciento en la herradura. Quiere decirse que la constancia y el esfuerzo son los jardineros que logran que maduren los frutos del árbol de la exigencia o, por decirlo con la voz de los poetas, quiere reseñarse que una sucesión de pequeñas voluntades consigue un gran resultado. Exigir, sí. Pero exigirse primero para alcanzar la mejora. Uno de los grandes hombres de la Historia, Leonardo Da Vinci, dejó escrita una dura sentencia: he ofendido a Dios y a la humanidad porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido. Esa fue la clave de su vida, la calidad, perseguirla como el sabueso rastrea la huella del jabalí, con ilusión y sin desmayo.

¿Qué tienen en común el Puente Colgante, la Fundación social Ignacio Ellacuría, los Talleres Taramona o Docor Comunicación entre otras muchas empresas…? El inconformismo. Ese es el hilo conductor que hilvana estas cuatro historias –y otras decenas más…– de vida.  Sus protagonistas bien saben que la suficiencia es una ropa de mala calidad que encoje con el uso y es por ello que se preocupan, a diario, por la mejora de la fontanería de casa. Así, trabajan sin descuido para alcanzar la certificación Premie, un matasellos de calidad que equivale, digámoslo así, a esos soportes que ayudan al maratoniano en su travesía. Cabe pensar que son barritas energéticas que nutren la mejora continua.

premie

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Docor y el apasionante viaje (o energía se escribe sin hache)

Las estadísticas demuestran que las empresas que celebran más cumpleaños viven más tiempo. He ahí una verdad simple, materia prima esencial para la comunicación y herramienta básica con la que Docor Comunicación ha avanzado durante los últimos 19 años. Explicar el mundo, nuestro mundo, interpretándolo a partir de las informaciones existentes y difundiendo esa lectura a través de nuestros hermanos, los distintos canales y medios de comunicación. He ahí el juramento que nos encadenó a la vida aquel invierno de 1996. Hacía frío, como hoy…

19 años docor comunicación

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Contigo Aprendí

Contigo Aprendí

Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente. El pensamiento corresponde a Peter Drucker, un abogado y tratadista austríaco, considerado el mayor filósofo de la administración en el siglo XX y reconocido como padre de la sociedad del conocimiento. Viene ahora esta idea a nuestra cabeza; ahora que es la hora de evocar los 18 años de vida de Docor Comunicación, recién cumplidos.  ¿Era valor lo de aquellos días…? Difícil saberlo. Porque temblaban el pulso y las rodillas a cada paso, sí;  pero también porque una relámpago de satisfacción recorría la empresa (en realidad la empresa era primero la persona, Alvaro Ortega Altuna solo…) cada vez que lograba hacerse escuchar, cada vez que una puerta se abría. Ya desde aquellos tiempos contigo aprendí, como diría cantando Armando Manzanero, el legendario artista mexicano. ¡Ay, México! Más tarde volaremos hacia allí…

Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar. A lo largo de estos 18 años, Docor Comunicación no ha hecho otra cosas que levantarse y sentarse, sin miedo para decir lo que se piensa y sin que doliesen prendas a la hora de rectificar si alguien (un cliente o un amigo, que al fin y al cabo son la misma cosa…) nos hacía ver cuál era el rumbo correcto. Valiente es aquel que tiene miedo pero que enfrenta y supera sus miedos. Aquel que no le teme a nada es un irresponsable. Sigue leyendo

Formar e informar

Éste ha sido y es uno de los lemas que más nos aplicamos en Docor Comunicación. Cuando lo esgrimimos, en no pocas ocasiones surge el debate sobre si esas dos funciones de la comunicación se deben aplicar al trabajo de una agencia como la nuestra. Un debate interesante.

En este caso, como profesional de las relaciones públicas, lo tengo muy claro. Nuestro primer deber como publirrelacionistas es proporcionar a nuestros públicos información, debidamente contrastada, veraz, ética y que contribuya al mejor entendimiento de nuestro cliente con sus públicos.

Sin embargo, y esto es una opinión personal, creo que tenemos una especie de responsabilidad en, a la vez, formar a los destinatarios —instrumentales o finales— de nuestros mensajes. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que nuestros contenidos contribuyen a la formación de la opinión pública y, por lo tanto, influyen en la conformación de la cultura popular. Por lo tanto, contribuir a la mejora de la cultura es algo que, si no es una obligación, si es algo muy recomendable y, moralmente, para muchos, un deber. Se puede llegar a pensar que es una especie de acción de “responsabilidad social informativa” que la agencia de comunicación tiene con la sociedad.

Pero esto no acaba aquí. Todos recordamos el famoso eslogan “informar, formar y entretener”. Entonces, ¿qué pasa con el entretenimiento?

Quizá lo más habitual en acciones con medios de comunicación es la difusión neutra, limpia, “aséptica” de mensajes; como los teletipos de las agencias de noticias en el caso de la información escrita. Aunque a nadie se le escapan las virtudes del entretenimiento para la difusión de mensajes. No se puede olvidar que las relaciones públicas se orientan en muchas ocasiones a la comunicación persuasiva de masas y, en este sentido, el entretenimiento es una herramienta demasiado valiosa como para dejarla de soslayo. ¿Alguna vez se ha fijado en que muchas veces la mejor forma en la que los niños aprenden algo es a través del juego (entretenimiento)? Por algo será.

Así pues, para mí, “formar e informar”, sí; y “entretener”, siempre que sea aconsejable.

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