Se diría que por aquellos días el escritor latinoamericano Gabriel García Márquez se había convertido en una estatua de oro. A su paso, la gente le detenía para tocarle, para pasarle la mano por el lomo. Gabriel tenía el don de la clarividencia y la inmediatez, dos cualidades que le nacieron como periodista. Así que en una cena, rodeado de gente que ansiaba escucharle la frase del siglo improvisada a bote pronto (a veces ocurre así: la gente demanda la genialidad abierta las 24 horas y sin derecho a cerrar por vacaciones…), el viejo escritor tuvo su desahogo y se confesó. No, el éxito no se lo deseo a nadie, dijo. Le sucede a uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen? bajar, y tratar de hacerlo discretamente, con la mayor dignidad posible.
La expedición en la que participa Docor Comunicación acaba de hollar cumbre con un más difícil todavía: cruzar un barranco profundo. La garganta se abrió al paso de la organización de dos ruedas de prensa paralelas en tierras vascas en sendos encuentros científicos de máximo nivel: el XXIII Curso de actualización en Psiquiatría y el del I Encuentro Bilbaopraxis Cáncer. La salud mental y el cáncer, uno de los demonios más temidos de nuestro tiempo. Ambas historias ascendieron paralelas, sin entrecruzarse ni interferirse pese a que las dos cordadas eligieron las mismas fechas para la ascensión. Docor Comunicación aportó su grano de arena en ese logro: la experiencia y el conocimiento.
Por la pared del Pico Comunicación –es un desafío tan mayúsculo cono necesario: el conocimiento crece y gana valor en la medida en que se divulga…– han escalado las más altas autoridades de la Psiquiatría en España (Miguel Gutiérrez, Miquel Roca, Miquel Bernardo… ¡Gracias! Y gracias también a toda la profesión presente en Vitoria, gente que lleva años colocando la cuerda fija para la ascensión, para que el ser humano no se despeñe con sus fantasmas interiores…) y voces autorizadas a la hora de poner el acento sobre el cáncer, Juan Ignacio Goiria, Álvaro Urbano, Josep M. Borràs y Gabriel María Otalora (también para ellos –y para toda la buena gente que pone su esfuerzo y su conocimiento al servicio de la sociedad…– vaya un fuerte abrazo).
En el campo base hemos encendido el fuego de la celebración. Ambas expediciones han hecho cima empujados por la pasión del alpinista, sí. Pero también gracias a la gente que ha abierto ruta (desde Docor Comunicación se hizo lo posible y lo imposible por lograrlo…) y a quienes han impulsado la subida con su inestimable colaboración. En un ejercicio de extraordinaria madurez, los medios de comunicación han colaborado en este ochomil con su sensibilidad a la hora de detectar que los dos encuentros científicos viajaban cargados de conocimientos útiles y de interés para la sociedad. Sin su inestimable colaboración, sin su capacidad de discernir el grano entre la paja, todo el trabajo anterior hubiese perdido peso. Los hombres y mujeres que han sido capaces de darle la lectura adecuada a ambas historias son, también, de los nuestros. Pertenecen a la estirpe de la gente que considera la comunicación como un servicio a la sociedad. Entre todos nos hacemos mejores. Entre todos tocamos el cielo.