Recientemente he aprendido un valor más que posee la comunicación. Como bien han ido apuntando mis compañeros en sus respectivos post, darse a conocer es quizás la herramienta más importante de una empresa, institución, negocio, etc, porque por muy buen servicio que ofrezcas, si no lo sacas a la luz, es como si no lo tuvieras. No quiero parecer brusco, pero así lo siento.
Esta cualidad de notoriedad en la sociedad es una de las muchas y buenas cualidades que otorga una comunicación bien hecha. Y ahora, si me lo permitís, añado a mi lista un atributo más: La solidaridad.
Calculo que desde hace más o menos medio año, con frecuencia, los medios de comunicación sacan a la luz casos de niñ@s enferm@s por alguna patología cuyo tratamiento está al alcance de gentes con grandes cuentas corrientes.
*vía niguelas.org
Me encantan este tipo de informaciones porque ayudan y consiguen hacer mella en los corazones de cientos de voluntarios que, sensibilizados con la causa, donan una cantidad de dinero para sufragar los costes de un determinado tratamiento. En una ocasión, un allegado me insinuó que las familias que «utilizan” a los medios para este tipo de fines eran unos oportunistas. Yo le dije: Ni son oportunistas, ni utilizan a los medios.
No se dio cuenta del valor de la comunicación. Una comunicación bien hecha, con cariño, y responsabilidad, puede ayudar, y mucho, a una persona con problemas. Comunicación solidaria. Un pasito más en comunicación.
Y lo digo por propia experiencia. Estas pasadas navidades ayudamos a Garikoitz, un niño de Barakaldo (Bizkaia) que sufrió un ictus y necesita dinero para ser tratado en una clínica especializada de Galicia. Los medios de comunicación asistieron a nuestra llamada y le dimos esa notoriedad que la familia del pequeño Garikoitz necesitaba.
Trabajar para ayudar. Dos palabras que pocas veces van de la mano y que la magia de la comunicación se encarga de unir.